cuando el cuerpo grita lo que el alma calla
.
“No sabía por qué me sentía tan cansada, tan gris… hasta que entendí que mi alma necesitaba atención.”
¿Te resuena?
Hubo un tiempo en el que, aunque tenía la intención de cuidarme y prestarme atención, siempre encontraba una excusa para no hacerlo. Iba de aquí para allá, haciendo y haciendo… como si el movimiento me protegiera del silencio.
Pero había días —muchos— en los que mi cuerpo no podía tirar. Me sentía sin fuerzas, sin ganas, como si todo perdiera sentido. A veces, quería discutir por todo, y otras, no me apetecía absolutamente nada. Me daba igual comer o no, trabajar o quedarme en la cama. Me sentía desconectada.
Mi cuerpo gritaba lo que mi alma no se atrevía a decir.
No era hambre. No era cansancio físico. Era otra cosa. Era una necesidad emocional profunda de ser escuchada. Una tristeza que no tenía explicación lógica, pero que lo teñía todo.
Y entonces lo vi. Me vi.
No fue fácil aceptar que esa tristeza venía de mí. Que no era por lo que hacían o no hacían los demás. Que no era culpa de fuera. Era una herida abierta hacia mí misma. Me había abandonado emocionalmente.
Había dejado de atenderme, de sentirme, de validarme.

El proceso fue lento y dolorosamente honesto. Días de silencio interior. De frustración. De incomodidad. De evitar discusiones con mi pareja que en realidad eran discusiones conmigo misma. Días en los que me quería esconder, y otros en los que me gritaba por dentro: ¡haz algo distinto!
Hasta que me atreví a parar. A mirarme. A reconocer mis anhelos olvidados. A salir del papel de víctima y abrazar mi responsabilidad de crear una historia distinta.
Pedí ayuda. Invertí en mí. Empecé con sesiones de coaching que me ayudaron a comprometerme con mi proceso. Y me dije: “Vamos, Isa. No sé a dónde nos llevará esto… pero vamos.”
Desde ahí, desde el miedo, el temblor y la esperanza… empecé a caminar.
Creé mi programa grupal CoCrea a la mujer que habita en ti, escribí mi primer libro Permiso para Ser, un cuento que pensé que era para las mujeres de mi comunidad… y que luego entendí que era primero para mí. Porque la primera que necesitaba darse el permiso para SER, era yo.
Y me lo di.
Y cuando dudo… me lo vuelvo a recordar.
Si hoy te sientes triste y no sabes por qué…
Si tu cuerpo está cansado y tu mente saturada…
Si todo te da igual y no reconoces tu reflejo…
Quizás tu alma solo necesita que la escuches.
Deja de pedirte permiso.
Deja de huir de ti.
Y atrévete a ser tú, con mayúsculas.
Porque el miedo no desaparece escondiéndote.
Pero sí se transforma cuando te VIVES.
💗 Con amor,
Isabel María
☕ ¿Sientes que necesitas un espacio solo para ti?
Te invito a reservar un Café Partagé: un encuentro íntimo y amoroso donde puedas parar, escucharte y dejarte acompañar.
Un momento para volver a ti, sin juicio, con presencia.
✨ Porque a veces, lo que más necesitamos no es hacer más…
sino sentirnos de verdad.