🌸 Es medicina.
¿Y si te dijera que el placer no es un lujo, sino una medicina sagrada que alimenta tu cuerpo, tu mente y tu alma?
Y aún más: ¿y si fuera un lujo… no te parece que tú también te lo mereces?
El placer… ¿te lo das o te lo niegas?
Hace un tiempo, descubrí algo que me conmovió profundamente: muchas de nosotras, mujeres sensibles, comprometidas y generosas, sentimos culpa al disfrutar.
Culpa por elegirnos. Culpa por darnos tiempo. Culpa por priorizar nuestro bienestar.
El placer, definido como esa sensación que nace de la satisfacción de un deseo o una necesidad, se convierte, sin darnos cuenta, en un campo de batalla interno. Queremos disfrutar, pero algo dentro nos dice: “No puedes. No ahora. No te lo has ganado.”
Te comparto una anécdota personal.
✨ Una historia muy mía (y muy compartida)
En 2022, por mi cumpleaños, dos amigas muy queridas me regalaron una tarde de spa solo para mí.
Una tarde de descanso, de disfrute, de conexión conmigo…
La emoción fue grande. Pero lo que ocurrió después me sorprendió: no usé el regalo. Pasó el tiempo. Lo renové. Volvió a pasar el tiempo.
Y aún así, algo dentro de mí no me dejaba regalarme esa experiencia.
¿Te suena?
Lo he escuchado en distintas voces, con diferentes palabras:
“Quiero hacerlo, pero me siento mal si me elijo a mí y no estoy para los demás.”
“Siento que no me lo merezco.”
“¿Y si alguien me necesita justo entonces?”
Hasta que, cuatro años de trabajo interior después, llegó un momento de claridad.
Me dije:
✨ Es mi momento. Me lo regalo. Me regalo el placer. Me doy permiso.
Y entonces llegó la medicina.
No hablo solo de un spa, sino del acto de parar.
De un café sin prisa con una amiga.
De un paseo al ritmo de mis pasos.
De sentir el sol en la cara sin mirar el reloj.
De vivir sin culpa esos espacios donde soy solo yo conmigo.
Porque si siempre estoy en modo “dar”, “producir”, “estar para otros”… ¿cuándo estoy conmigo?
💫 El placer sana. Y no lo digo solo yo.
Numerosos estudios en neurociencia han demostrado que los momentos de placer genuino activan el sistema parasimpático, que es el encargado de restaurar el equilibrio del cuerpo.
Es decir: el placer nos regula, nos repara, nos conecta.
Cuando disfrutas de algo que te nutre (una canción, un baño caliente, una charla profunda, un silencio reparador), tu cerebro libera dopamina y oxitocina, que no solo mejoran tu estado emocional, sino que fortalecen tu sistema inmune y disminuyen la inflamación y el estrés.
No es egoísmo. Es salud. Es amor propio.
Además, cuando te das placer a ti misma, estás enseñando con tu ejemplo a tu entorno —tus hijas, tus hijos, tus amigas— que cuidarse es una prioridad, no una excepción.
🌷 Ejercicio práctico: Tu microdosis diaria de placer
Hoy quiero invitarte a hacer un pequeño gesto poderoso:
- Cierra los ojos unos segundos y pregúntate con honestidad:
“¿Qué pequeño placer me gustaría regalarme hoy?” - Escoge algo simple y accesible. Aquí algunas ideas:
- Escuchar una canción que te emocione.
- Comer algo que disfrutes lentamente.
- Caminar descalza por casa.
- Detenerte a ver el atardecer.
- Escribir una frase bonita para ti.
- Escuchar una canción que te emocione.
- Hazlo. Sin prisa. Sin culpa. Con presencia.
- Y después, repítete en voz alta o mentalmente:
“El placer no es un lujo. Es una medicina que me merezco.”
Querida, que esta lectura te sirva como recordatorio amoroso.
No tienes que hacer nada para merecer descanso, ternura, placer.
Solo por ser, ya eres digna de todo ello.
Con amor y permiso para sentir,
Isabel María